miércoles, 21 de septiembre de 2011

NO HAY LÍMITES EN LA EFICACIA DE LA SANTA MISA


LA EFICACIA ILIMITADA DEL SANTO SACRIFICIO 


En sí la Santa Misa no tiene límites en su eficacia, pero la medida del fruto que produce debe computarse según el modo de aplicación a las diversas personas y la devoción de las mismas.
Esto significa simplemente que la eficacia propiciatoria del Sacrificio no se agota al ser aplicada a distintas y numero­sas personas, puesto que siempre tiende a producir mayores fru­tos y en mayor cantidad de personas. En lo cual existe una gran diferencia con el sacramento que no se aplica sino a una persona; al paso que la misa es en remisión " por muchos .
Sin embargo, los frutos son limitados, en su percepción por las personas. Santo Tomás dice que " aun cuando esta obla­ción por su cantidad baste para satisfacer por toda pena, sin embargo, es satisfactoria a aquellos por quienes se ofrece o que la ofrecen según la cantidad de su devoción " (1) y además, se so­breentiende, según la medida en que la Misa es aplicada a los mismos. El fruto de la Santa Misa depende pues, de estas dos condiciones juntamente; la forma de aplicación a las personas, y la devoción de las mismas. De suerte que en igualdad de condiciones en la devoción, aquella persona recibirá más provechosa eficacia de la Misa, por quien fuere más perfectamente aplicada; y en igualdad de aplicación, percibe más provecho quien tiene más devoción.
La aplicación de la Misa es tanto más perfecta, cuanto más concreta y particular se hace a cierta y determinada persona. La medida de la devoción, según la cual se miden los frutos espirituales de la Misa, en los fieles difuntos, es la mayor ca­ridad que actualmente poseen, o la medida de devoción con que procuraron mientras vivían, la aplicación de la Misa por sus almas.
En los vivos, debe atenderse . la mayor devoción en la cooperación al sacrificio, procurando su celebración, asistiendo o concurriendo a él de alguna otra manera; igualmente la mayor fe, y esperanza de resurrección espiritual en virtud del sa­crificio, y demás afectos que disponen el alma a mayor unión con Dios.
Fácil es entender que la eficacia propia de la Misa no tiene de su parte límites, en razón de la víctima que en ella se ofrece, no siendo otra que Cristo mismo.
Los Sacramentos, como medios de aplicación de los mé­ritos de Jesús, no tienen de suyo límite en su eficacia. sino que su efecto es limitado por la menor disposición del que los re­cibe. De igual manera, pues, no debe ni puede coartarse la efi­cacia de la Misa, en cuanto de ella dependa, sino solamente por las condiciones de aplicación y devoción de las personas por quienes se ofrece.
Atendida esta condición debe sin embargo atenderse a la manera de los frutos espirituales que en la misa se perciben.
Uno es, el provecho general proveniente de la aplicación a toda la Iglesia militante y paciente, según los fines del sacrificio mismo.
Otro es el fruto especialísimo proveniente de la aplicación al celebrante mismo, según aquello de San Pablo que, " primero debe ofrecer las hostias por sus propios pecados y después por los del pueblo". (Hebreos - VII - 27)
Finalmente el fruto especial proveniente de la aplicación que el sacerdote hace a determinada persona.
" Si se considera — dice Santo Tomás — el valor de los sufragios en cuanto son ciertas satisfacciones aplicadas a loa difuntos [y también a los vivos] por medio de la intención del que los hace [del que celebra el sacrificio] entonces vale más el sufragio para alguien en cuanto por él singularmente se hace, que si solamente se le aplica en general, o por muchos a la vez ".(2)
Pues si para Dios es lo mismo condonar la deuda de uno que de muchos, como el perdón se hace mediante la aceptación del sufragio ofrecido por la deuda, es claro que la aplicación de uno hecha por muchos, no puede valer igual que si toda se aplica por uno solo. Porque, como antes se dijo, no sólo debe atenderse al valor infinito de la víctima ofrecida, sino a la aplicación que de ella se hace, Y así es que la Iglesia ha establecido los sufragios para todos y para cada uno singularmente.
Notas:
(1) (III-79 -a.5).
(2) (Suplementum - 71 a. - 1 3) .
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